miércoles, 26 de marzo de 2014

Ponga un perol a la leña



Ponga un perol a la leña, añada caldo de hormonas y cocine un chícharo a fuego lento, no olvide que el riego de sangre se debe incrementar mientras va pasando el tiempo de cocción, para sazonar: hojas verdes; no abuse de la sal y no se le ocurra colocarle azúcar…

Eso, entre otras cosas ha modificado la precepción de la existencia en estos meses, se seca el cerebro, se embelese la vista con el burbujeo del caldo, un movimiento a la vez, sin prisa se forma la obra maestra, si lo vez por mucho tiempo se incrementan los temores, pero no debes dejarlo a la deriva, hay que ponerle atención. Línea a línea, camino a camino, los senderos se van formando.

Después de un lapso añada lagrimas y risas, pasiones, deseos, ilusiones, procure no añadir tensiones aunque sabemos que eso puede resultar bastante complicado, pero recomendamos sean las menos.

Cree paralelamente su complemento, ningún guiso debe ir solo, necesitamos una buena presentación para el plato final que se les mostrará a los jueces del destino.

Los colores son importantes, siempre los brillos y contrastes atraen la atención, sea paciente, no se vaya al churrigueresco que luego no sabrá que hace con tanta cosa alrededor. Imagine, planee y plantee los panoramas posibles, descarte algunos y quédese con lo práctico. Todo es y será nuevo, los peroles hacen surgir los mejores encantamientos. 

Le aseguramos que definitivamente será una poción mágica que no querrá perderse.