Tú y yo deberíamos poner un café un tanto revolución un
tanto arte contemporáneo, yo pondría las flores y los colores; tú las líneas,
los grises y los altos contrastes, tendría un ambiente parisino like película de
Woody Allen respirando la bohemia y la intensidad que da el ajenjo.
Seríamos espacio con
olor a lavanda y madera mojada después de la lluvia, punto de encuentro de
sociedades dispares necesitadas una de la otra sin saberlo, habría explosiones
de vez en cuando, de esas que crean mundos alternos, choques creativos para
proyectarse en todo el universo y después, de nuevo la clama, el aroma a
café, de ese del bueno, del que tú y yo sabremos se cosecha de corazón y se
disfruta un poco todos los días.
Imagino mesas chaparras y unas muy grandes como para
gigantes, sillones, sillas, bancos, cajas, taburetes, un pequeño rincón para
aquellos que buscan refugio cerca de la pared y música, claro que música que
dependiendo de la hora del día acompañaría a los presentes para hacer el soundtrack de sus sueños.
Macetitas en las ventanas, margaritas, geranios, obviamente
muchas lavandas… rosas blancas, si, para que la reina roja tenga de que
enojarse y por arte de magia se conviertan en rojas siendo un deleite para los
ojos expectantes... sería un diminuto jardín para que aquel solitario pueda
contemplar y relajarse.
Estoy segura que habría tertulia de noche y de día, sería sala de operaciones para
acomodar los proyectos pensados, hogar compartido con todos y con nadie, un
pequeño refugio tan acogedor que solo le faltaría la chimenea en invierno
Los rayos de sol y luna envolverian los corazones de los comensales haciendonos cada día regresar solo para ver que nuevas historias se relatan dentro de nuestras 4 paredes.
tú, yo y un café