Mi historia se reduce a la perplejidad. Corriendo atrás de
lo que nunca pasa, de los tal vez, de las ocasiones en que sueñas para no
perder la esperanza, de la creación de palacios de sal en desiertos de miel.
¿Debería ignorar el mar y su aire marítimo amante de las
palmeras?, los segundos se van sumando para formar días enteros; el sol vuelve
a salir y la luna no tiene reparo en burlarse de él.
Se perfectamente donde estas y al mismo tiempo lo ignoro por
completo, si tan solo estuvieras caminando sobre arena blanca, tersa, con las
manos en los bolsillos y la mirada al horizonte, podría contarte que la ciudad
sigue siendo un caos, que hoy el calor no fue tan insoportable como ayer, llovió
de tarde ensuciando los autos, molestando a las personas. La gran ciudad, la
ciudad, mi ciudad, tú ciudad, lo cotidiano de días que empiezan con un caos
retrasando el itinerario, horas de estar en el auto, ir y venir discutiendo el
arte de la autogestión y la supervivencia.
¿Y tú? en ese
silencio provocado ¿Ya te ha hablado tu corazón, lo escuchas?
Debería de ignorar diciembre y saltar al próximo capítulo de
la historia, me gustan las novelas con drama y romance, hoy escuche una que contenía
ese suspenso moderno; siempre hay algo que deslumbra a la mujer, es curioso cómo
los hombres no se dan cuenta de esos pequeños detalles, o tal vez si y
prefieren ignorarlo. Por qué no ven que nos gustan esas pequeñas cosas que
ustedes no creen posibles en sí mismas, en sí mismos.
No sé cuándo vas a volver, no sé, por lo pronto mis pensamientos
navegarán en la mar ocultos en botellas de cristal, tapón de corcho y un moñito
rosa en su cuello, seguro así llegarán a la isla del destino.
Por ahora, la incertidumbre seguirá en el camino.
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